
Cada miga, cada esponjosa partícula, consistente y frágil al mismo tiempo, era, hora y media antes, un grumo pegajoso e igualmente sabroso. Cuatro huevos, el mismo peso en harina, el mismo en azúcar, un sobre de levadura, ralladura de limón, una charla distendida y la luz tenue de la cocina obraron el milagro. En la mezcla, pastosa, pereció la tarde. En la mezcla, dulce y granulada, se consumió el discurso. En la mezcla, inmensa, falleció la rutina.
Y sobre el molde, desafiando la incredulidad y la alucinación congelada, nació el bizcocho.
5 comentarios:
Todo el mundo debiera tener una oportunidad en la vida de tener un bizcocho como éste (y charla distendida y mezclas granulosas y dulces con que matar la rutina). Distinti Saluti.
En fin, me comprometo a facilitarle uno de estos miga-calóricos manjares. Ideal para acompañar con café, chocolate caliente y un pelín de pepcid.
Bizcocho, café y pepcid, humm. Vale. Gracias
como te cuidas chiguita
Mando recuerdos a la Queen of Pudding desde la Jai Scul of Jarbar, también conocida como Brumosa Jailand
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