viernes, 12 de junio de 2009
Noche en vela
Cuando la improvisación consiste en trasladar el puré de verduras del menú del martes al menú del miércoles. Cuando la locura se mide con el reloj de pulsera. Cuando la espontaneidad queda apuntada en la agenda o en la PDA. Cuando lo ingenuo se esconde. Cuando una risa a destiempo es reveladora y muy demostrativa. Cuando la vida cuelga de una percha con sistema antipolilla. Cuando el coro de los demás te avisa del tremendo e irreparable disparate que vas a cometer y asientes, agradecido, y relajas el gesto. Cuando se mira en derredor y cientos de sonrisas horizontales aplauden tu silencio. Cuando defines inmadurez. Cuando llegas a casa, enciendes la luz fluorescente, y la armonía de los tonos tierra, la encimera que resplandece y las especias alineadas por orden alfabético te dan asco. Y vomitas. Y dudas. Y lloras porque los jugos gástricos pueden corroer el esmalte que hace brillar las baldosas de la cocina.
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2 comentarios:
Un abrazo sin palabras, mon amie
Ese es justo el momento en que debes abrir los ojos.
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